lunes, 28 de julio de 2008

AAAHHHH!! ODIO A LOS MIRONES!


Esta mañana, aprovechando que mi spozo se fue a trabajar a las 7am (y por lo tanto me desperté súper temprano), entre otras mil cosas, me puse a limpiar la casita nuestra que ya estaba mugrosísima. Como a las 10, el fulano que le hace trabajos al arrendador, que además es nuestro vecino, un tipo que se llama Carlos “El Loco”, estaba como de costumbre rondando el edificio haciendo reparaciones. Pero hoy, se excedió. ¡¡Juro que si no lo metí al bote fue porque lo pensé demasiado tarde!!



Pues ahi estaba yo, en mi traje de eva, limpiando el baño con enjundia porque se me hacía tarde, en eso volteé hacia la ventana (como si algo o alguien me hubiese dicho, pues en realidad no tenía objetivamente un motivo por el cual voltear hacia alla). Y ahí estaba el cabrón, escondido detras de la cortina, asomándose, mirándome con una cara de estúpido. Me le quedé viendo estaba asobrada, no supe reaccionar (soy de accion retardada), creo que no se había percatado de que lo había visto. Tenía sus asquerosos ojos clavados en mi cadera. ¡Hijo de su p$#* madre! Cuando notó que lo estaba viendo con ojos de pistola, se movió y se fue.
Aaaash! Le llamé a mi bizcocho a su trabajo y le conté lo ocurrido. En ese momento, lo tomó con una miserable tibiedad, obvio, me emputé.

(Quiero aclarar que las ventanas son de “jambas” (no se que otro nombre tengan), pero son de esas ventanas que tienen muchos vidrios, como abanico, de persiana horizontal. Y son dos secciones, la baja y la alta (es bastante alta solo alguien que mida más de 1.80 se puede asomar tranquilamente) Además no hay edificios enfrente de mi ventana, solo la azotea de la casa de al lado, donde viven unos gatos.)

Fui corriendo por mi toalla, me metí a bañar y cuando salí y el tarado ese estaba brincándose del techo de la casa de a lado al pasillo donde está mi ventana. Otra vez, me vió (solo que esta vez, tenia mi toalla puesta) y me sonrió!!!! CABRÓN!! como si hiciera una gracia!
Agarré la escoba (era lo que tenía más cercano) y me le grité que no quería volver a verlo cerca de mi casa. Valiente la cosa… de que me sirven las artes marciales si con una mano tengo que agarrar mi toalla.

Mucha protección en puerta y ventanas, si el pendejo ese puede pasar como si nada pues trae llave o se brinca desde la otra casa.

Ya me llamó mi spozo, me dice que ya no piense en eso, que él lo va a arreglar. Que va a hablar con el dueño pa’ que corran al infeliz y que si quiero nos mudamos.

Chale! ¿¿es que no puedo andar en cueros ni en mi casa??
Me siento así toda ofendida, enojada. Es como cuando los cabrones en el metro le agarran las nalgas a una chava. A mi me encabrona que las pendejas no digan nada, y más me encabrona que los tipos lo hagan. Una vez un tipo me manoseó y tómala que le suelto un trancazo y le grito como loca, a ver si con eso se le quita andar tocando lo que no es suyo!
Odio a los mirones. Odio a los manoseadores.
¡*ODIO A LOS QUE INVADEN LA PRIVACIDAD*!


Ah, para el que le quede duda. No, ¡no me sentí de NINGUNA MANERA halagada!